lunes, 5 de mayo de 2014

QUICHE LORRAINE EN MEMORIA DE ALFRED HITCHCOCK




Soy una gran defensora de posturear entre fogones pero, soy consciente de que, a veces, eso no es suficiente y hay que llevar el postureo al mundo de las ideas (estoy de un “platónica” últimamente…).
              
Esta semana me había propuesto ilustrarme un poco sobre cine clásico porque ese es un tema con el que uno siempre queda bien en esas charlas presuntuosas y super trascendentales entre gafapastas o  esas pseudointelectuales que tienen lugar con un par de cervezas de más y, ahora que ha empezado la temporada de apalancarse en las terrazas al amparo del microclima, sé que voy a verme en una de esas muy a menudo. Esta es como mi particular operación bikini.

Dado que no estoy muy versada en el mundo cinematográfico, decidí no jugármela y apostar por una figura muy controvertida pero suficientemente conocida, el maestro del suspense: Alfred Hitchcock.

Si a estas alturas ya estás viendo por dónde voy: ¡enhorabuena! ¡Eres tan friki que este verano serás el alma de las conversaciones en terrazas! (aunque yo te aconsejo que no vomites toda tu sapiencia en una tarde porque si el tema no les interesa a tus acompañantes, por mucho microclima que haya en la terraza, se les van a derretir las seseras).

Si, por el contrario, aún no me estás viendo venir, te explico el chiste. A poco que indagues sobre el señor Hitchcock descubres que, además de su afición desmedida por las protagonistas de cabellera oxigenada, era un hombre de buen yantar al que le perdía una suculenta mesa.

Según dicen, uno de sus platos favoritos era la quiche Lorraine. La quiche, es una tarta salada muy típica en la gastronomía francesa que se elabora con una base de masa quebrada, nata, huevo y diferentes rellenos. Concretamente, la quiche Lorraine debe su nombre a la región dónde fue creada y la particularidad es que lleva queso y bacón. Es la versión más clásica.

 Así que, el difunto Hitchcock me dio la idea de la receta de esta semana. Como está riquísima, se puede comer templada o fría y es muy fácil de hacer, me pareció que era una receta perfecta para traerte en esta época en la que ya va apeteciendo poco pasar demasiado tiempo en la cocina (menos aún si hay  fogones de por medio) y en la que, a la par, uno  va queriendo alejarse del cuchareo.

Toma nota a los ingredientes. Necesitas masa quebrada (la que venden congelada o refrigerada en cualquier supermercado te da el apaño; ponerse a hacerla personalmente me da pereza hasta a mí), 4 huevos, 200 ml. de nata para cocinar, 200ml. de leche, 120 gr. de bacón, 100 gr. de queso elemental, 50 gr. de queso rallado, aceite, sal y pimienta. Además de papel de aluminio y un puñado de cualquier legumbre (ya verás para qué).

Para la elaboración, lo primero que tienes que conseguir es un molde. Vale cualquier molde de horno redondo y de poca altura, aunque lo ideal es el molde rizado o de tartaleta. Yo uso uno que, además, es muy bueno para desmoldar la quiche cuando está hecha porque se abre por abajo. Pero puedes usar el que tengas por casa.

Extiende la masa sobre el molde. Haz algunos agujeros con un tenedor sobre la base, coloca papel de aluminio y un puñado de alguna legumbre por encima para darle peso y que no suba la masa y mételo quince minutos al horno a 180º. Esto de darle unos minutos previos de horno a la masa es para que no se quede cruda. Mientras tanto puedes hacer el relleno.

Bate los huevos junto con la nata y la leche. Agrega el queso cortado a cuadraditos (se podría usar queso rallado pero yo lo prefiero así porque le da una textura muy cremosa a la quiche cuando está templada),  el bacón (frito previamente) y  salpimienta al gusto (te aconsejo que eches poca sal porque el relleno ya de por sí es salado).

Vierte el relleno sobre el molde con la masa y mételo al horno durante cuarenta minutos a 180º.
Esto ya es algo muy personal, a mí me gusta, cuando lleva treinta minutos en el horno, agregar queso rallado por encima, aunque puedes prescindir de este paso.

Esta es la quiche Lorraine que a mí me fascina pero, como siempre, te sugiero que seas creativo y te las ingenies para, además, crear tu propia  versión de la quiche. En este caso, puedes agregar otros ingredientes al relleno (verduras, atún, champiñones…).


Y ya, si haces una quiche Lorraine para una cena mientras visionas una de las películas de Hitchcock imagínate qué tremendo homenaje le vas a hacer. Eso sí, ten cuidado no se le vaya a hacer la boca agua donde quiera que esté y, vertiginosamente, se levante de entre los muertos para catar tu quiche. Yo cerraría las puertas y evitaría la ducha esa noche. Por si acaso…

*Publicada en la sección de gastronomía de LA VOZ DE HOY

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar es gratis. Y mi respuesta también.
Deja huella de tu paso por aquí y me harás la mar de feliz.