No, este año para ti, probablemente, no ha sido fabuloso,
así que no tienes por qué agradecérselo a todos tus contactos de Facebook (de hecho, a la mitad de ellos no
les importa lo más mínimo y a la otra mitad lo único que les preocupa es que
hayas tenido un año mejor que el suyo, o al menos que lo parezca). Ya lo sé,
Facebook te ha preparado una presentación con fotos tuyas sobre estampados fiesteros
que te ha hecho hasta dudarlo, a mí me ha pasado lo mismo, que conste, pero
todo es paripé, como cuando le echas una foto al escaparate de tartas de una
cafetería, la subes a las redes sociales, y luego te pides un triste café.
Piénsalo.
Un algortimo de Facebook
ha seleccionado las fotos con más
comentarios o con más “ME GUSTA” las cuales, a la fuerza, tienen que ser
las mejores y si no es así es porque eres un idiota que no sabe que en las
redes sociales solo se suben cosas buenas por lo que, si en el resumen de tu
fabuloso año aparece la foto de tu coche abollado cuando tuviste un
accidente, la foto de tu pierna
escayolada, la foto de la sala de espera de un hospital, o de la mesa de la
cocina llena de paracetamol y mucolíticos, la última foto de tu perro
recientemente fallecido o la de tu carta de despido, entre otras, es cosa tuya
por compartir tus miserias y avatares cotidianos. Es sarcasmo, lo matizo por si no hay algoritmo que la
detecte.
Hace unos días, Jonathan Gheller, el responsable de esta
“emotiva” aplicación de Facebook tuvo que pedir disculpas a Eric Meyer, un
padre que había perdido este año a su hija de seis años por un cáncer y a quién
le había resultado cruel que Facebook le hiciera ver semejante resumen
optimista con la cara de su hija.
El problema es que la
polémica aplicación de Facebook parte de la premisa de que tu vida cibernética
es maravillosa y se basa en un algoritmo que, por lo mismo, confunde el nivel de interacción con el
nivel de positivismo de una publicación. Es absurdo.
En la vida real, la interacción más simbólica es,
precisamente, la que se produce en los peores momentos o circunstancias. Es interacción cuando un
amigo o familiar, sabiendo que estás pasando por un mal momento, viene a
visitarte pero, ¿cómo va a reflejar eso Facebook?
A Facebook le gustan
las fotos de grupos de amigos tomando algo en una terraza o bar pero no tiene un algoritmo que cuente las veces
que en una reunión de amigos apareció la palabra “trabajo”, ni las veces que
los reunidos compitieron por ver quienes tenían las peores condiciones
laborales, por ejemplo.
A Facebook le las
fotos de aviones y trenes, pero no tiene
un algoritmo que recoja quienes se subían a esos aviones con maletas apenas
cargadas de unos pocos ahorros y algo de fe y que, la mayoría de las veces,
volvía vacía de ambas cosas; ni tampoco quienes se subían a esos trenes para
visitar a gente a quienes les gustaría tener a dos pasos de distancia. Así Facebook
confunde a esos viajeros con turistas (el año pasado, en España, se hubieran
confundido con gente de espíritu aventurero).
Facebook no puede
hacer un resumen de tu año ni en una presentación ni en una película; no te
conoce lo suficiente aunque vivamos engañados pensando que tras una pantalla se
puede conocer a las personas.
Quizá con otro algoritmo Facebook pueda llegar a intuir
ciertos detalles de tu vida, por ejemplo, si eres de aquellos hombres o mujeres
que se creen muy profundos (yo soy una de ellas) y son asiduos a compartir
frases de citas famosas de libros en su muro pero nunca podrá saber qué
variopintas teorías te gusta elucubrar cuando andas con las venas aliñadas en
compañía de quién te sigue el juego en esos desvaríos tuyos. Facebook no puede
incluir en su resumen aquellas llamadas estúpidas que resultaron un bálsamo un
mal día. ¿Acaso no forman parte de tu año? ¿Y los días que madrugaste sin
ganas? ¿Y los buenos momentos que no fotografiaste? ¿Y los malos que no has
olvidado? ¿Acaso son parte de tu año todas aquellas ausencias en tu mesa de
Nochebuena? ¿Y todas aquellas noticias que te hubiera gustado no conocer?
Por desgracia, no vivimos una época en la que un algoritmo
basado en una premisa positivista pueda reflejar, verdaderamente, la realidad de
una mayoría.
Yo le haría un pequeño cambio al mensaje de Facebook para
que coincidiera más con la situación general de la mayoría:
“Este año no ha sido fabuloso. Gracias a quienes, a pesar de ello, han
formado parte de él”.
Me ha gustado! Sobretodo por la frase final, que me parece muy cierta y adecuada. Sin embargo, aunque si que es cierto que vivimos en el mundo de la tristeza no escrita (Facebook) a mi mi año de Facebook si me gustó porque realmente me alegró ver todo lo que había compartido con mi gente ya que a veces se me olvida, aunque siempre intento recordarlo, que lo bueno supera infinitamente a lo malo...
ResponderEliminarAun con todo es real lo que dices, no hay algoritmos para plasmar lo que pasa a través de la pantalla... por eso te dejo este corto "What´s on your mind?" El típico ¿Qué estás pensando? que, si no lo has visto, siguiendo la línea de tu post seguro te gustará:
http://youtu.be/QxVZYiJKl1Y
Un abrazo :D
¡Hola, Lucía! Siempre es un placer que te pases por mi blog ;) Sí, a veces hay que recordar que no todo es malo y que nos hagan recordar momentos buenos que a lo mejor hemos olvidado.
ResponderEliminarLas redes también tienen su lado bueno. Acortan distancias cuando existen irremediablemente pero todo lo que pasa tras la pantalla es muy relativo y se puede falsear tanto la realidad... Justo vi el corto que me enlazas hace algún tiempo (aunque se me había olvidado el título para volver a buscarlo, gracias porque así ya lo tengo a mano xD) y creo que es buenísimo. Además, pienso que en algunos casos o con algunos conocidos no es ni tan descabellado lo que sugiere el vídeo. Y supongo que debe ser un ejercicio tremendamente triste el intentar maquillar tu realidad de esa forma cada día. En fin...
¡Un abrazo! Nos vemos por estos lares ;)