jueves, 26 de marzo de 2015

LECHE FRITA Y PROCESIONES.



La repostería de Semana Santa me pierde. Creo que tengo una preocupante adicción a las torrijas de miel y a las galletas fritas. Aunque no le hago ascos a rosquitos fritos, pestiños, flores de sartén y un largo y delicioso etcétera.

El año pasado, por estas fechas, rastreé el origen de la repostería andaluza y te traje una curiosa receta, riquísima para cualquiera y prescrita para parturientas en el siglo XV: torrijas rellenas con una miaja de historia.

Este año he querido traerte una receta muy tradicional pero más conocida en el norte que en el sur de España: leche frita.


Buscando el origen histórico de esta sencilla receta me he encontrado con varias comunidades autónomas autoproclamándose su autoría. Castilla y León y el País Vasco son las dos regiones que más alardean de tener la auténtica receta de la leche frita, aunque tampoco se quedan cortos en Galicia.

Suelo ser partidaria de quedarme con la visión más pragmática del origen de una receta. Y más aún cuando, en este caso, la leche frita es una receta que se elabora con ingredientes básicos y de primera necesidad: leche, harina y huevos. Imagino, pues, que la receta de la leche frita la tuvo que inventar un ama de casa con pocos recursos y mucho genio. Por lo que me da igual dónde habitara esta buena señora. Lo que me interesa es la idea del ingenio y la creatividad puesta al servicio del buen yantar.

Luego, claro está, la receta evoluciona y podemos encontrar infinidad de versiones, respetando la idea original de hacer una crema de leche y después freírla. 

Yo hoy te enseño a hacer una versión muy sencilla de la leche frita para que puedas hacerla con lo que tienes por casa y aún te quede tiempo para ir a ver las procesiones.

Los ingredientes que necesitas son 500 ml. de leche, 100 ml. de nata para montar, 75 gr. de harina de maíz, 90 gr. de azúcar, la piel de un limón,  1 rama de canela y un poco de mantequilla. Para el rebozado necesitas 1 huevo, harina de rebozar, aceite, azúcar y canela molida.

La elaboración de la leche frita tiene varios pasos.

Primero, diluye en un vaso la harina de maíz con 80 ml. de leche. Luego, añade el resto de la leche y la nata en un cazo junto con la piel del limón y la rama de canela. Ponlo a fuego medio durante diez minutos sin dejar que hierva. Pasado el tiempo, retira la rama de canela y la piel del limón y añade el vaso de leche con la harina de maíz disuelta. Sigue removiendo todo hasta que espese. Retira el fuego y vierte el contenido del cazo en una bandeja que hayas untado con mantequilla previamente. Cubre con un papel film.

Lo ideal es que las porciones de leche frita tengan un grosor mínimo de unos dos dedos. Por eso te aconsejo que no uses una bandeja demasiado grande. Para las cantidades que te he dado estaría bien una bandeja de 20x30 cm aprox.

Llegado a este punto tendrás que esperar a que se enfríe a temperatura ambiente y luego meterlo en la nevera durante al menos dos horas. No es un dulce con una elaboración compleja, al contrario, pero tienes que contar con ese margen de reposo.

Cuando haya pasado el tiempo corta en cuadrados la leche frita, pásala por harina de rebozar y, luego, por huevo. Para finalizar, fríe los trozos en abundante aceite. 

De nuevo, te doy un pequeño consejo: pon sobre papel de cocina los trozos de leche frita para que el papel absorba el exceso de aceite.  Como toque final solo tienes que pasarlas por azúcar y canela molida.


La leche frita puede ser un estupendo postre o merienda. Aunque, si eres de los que no se pierde una “Madrugá”, no me negarás que un desayuno a base de leche frita y chocolate caliente, al regresar a casa, es un manjar de dioses perfecto para poner el broche a una noche de procesiones.


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