En la década de los 90, cuando yo era una yogurina, en las
celebraciones familiares no solía faltar una jarra de sangría. Lo sé por
algunos vídeos que lo atestiguan. Sin embargo, ahora me cuesta más encontrarla
coronando mesas de festejos.
La sangría, esa limonada de vino a la que se le añade
trocitos de fruta que se dejan macerar es una bebida muy tradicional en España
aunque últimamente nos haya dado por fijarnos más en modas tan originales como
la de aliñar cual ensalada los Gin Tonics. Afortunadamente, esta original
tendencia empieza a estar de capa caída. Nadie la echará de menos.
He decidido traerte la receta de cómo preparo yo la sangría
porque me parece una bebida deliciosa y perfecta para los calurosos días de verano
y porque hasta ahora nunca había publicado ninguna receta de bebida o cóctel.
He rastreado el origen de la sangría para contártelo porque,
como siempre, quería que mi receta te sirviera para posturear más allá de la
foto de la jarra molona o el copazo bien aliñado que va derechita a INSTAGRAM.
Y, como siempre, también, me he topado con que los orígenes de esta receta, al
igual que los de otras tantas, son confusos y, al final, todos quieren colgarse
la medalla de su invención.
En esta ocasión, la disputa es tan seria que el año pasado
el Parlamento Europeo declaró que solo se puede denominar “sangría” a la
elaborada en la Península Ibérica, ya sea en España o en Portugal.
No obstante, yo te daré algunas pinceladas de las teorías
que me he encontrado.
Por un lado, hay quienes dicen que la sangría es una bebida
muy popular de la Península Ibérica desde principios del siglo XIX inventada
por campesinos para aprovechar el vino y las frutas y refrescarse. Pero por
otro lado, hay quienes hablan de un nacimiento más remoto y con distintos progenitores.
De hecho, el padre Esteban Torres, en su diccionario del castellano que data de
1788 definía a la sangría tal que así: “bebida inventada por los ingleses que se toma mucho en las colonias
inglesas y francesas de América".
Pero como yo no tengo el don de la inmortalidad y siglos
atrás no andaba por estos lares, no sé cuál
de estas versiones es la verdadera, si la del nacimiento de la sangría
en nuestro país o en las Antillas. Tendremos que limitarnos a barruntar.
Sea como sea, ya puedes ir anotando los ingredientes que necesitas para elaborar tu propia sangría: 750 ml.
de vino tinto, 500 ml. de limonada, un chorrito de Brandy, 1 manzana, 1
melocotón, 1 pera, 2 cucharadas de azúcar y canela al gusto.
La elaboración es
tan simple como pelar y cortar en cuadraditos pequeños la fruta, mezclara junto
con el vino, la limonada, el chorrito de Brandy, las dos cucharadas de azúcar y
un toque de canela al gusto.
Esta receta es muy fácil y rápida de preparar pero hay que
hacerla con antelación porque se debe esperar a que la fruta macere al menos
dos horas para que el vino coja sabor.
Habrás visto en otras recetas de sangría que en vez de
limonada se echa gaseosa justo antes de servirla por aquello de que no pierda
el gas pero a mí me gusta mucho más la opción de la limonada, creo que le da un
toque bastante más curioso y sabrosón. De todas formas, versiones distintas vas
a encontrar muchas.
Sírvela muy fría
—puedes añadirle cubitos de hielo—, acompáñala de una buena tapa y disfruta del
verano, que todavía queda mucho por delante.
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