1- Conversar con otros pacientes para,
sutilmente, dejarles claro que tú estás mucho peor que ellos, tengan lo que
tengan, y que si les atienden antes que a ti puede que te mueras mientras
esperas y, entonces, tendrán que cargar con eso en sus conciencias toda la
vida. No olvides finalizar tu alegato
con una tos carrasposa a modo de punto y final.
2- Recrearte en tu dolor y hacerlo con
la suficiente efusividad como para que tu acompañante y el resto de la sala
sepan de tu sufrimiento. Puedes chillar: me duele, me duele. No vaya a ser que
alguno sea corto de oídos. También puedes pedir un analgésico aunque te acaben
de dar otro.
3- Contar todos los pacientes que hay en
la sala, cronometrar el tiempo que tarda en consulta uno de ellos y establecer
una regla de tres para intentar predecir cuánto tiempo te queda de espera. Una vez
obtengas el resultado, comunica a tu acompañante y a los familiares que te
llamen por teléfono para interesarse por tu salud los datos de tu concienzudo
cálculo: ¡sabrá Dios cuando salga de aquí!
4- Leer “Le malade imaginaire” de Molière.
En español también sirve. Pero no te vayas a poner una bata amarilla. Por si
acaso.
5- Hacerle una foto a la pulsera o al
volante de Urgencias para subirla a las redes sociales rápidamente y que así
todos tus cibercontactos empiecen a preguntarte qué te ha ocurrido. Es un
interés falso, pero contestarles te entretendrá bastante mientras aguardas tu
turno. Además, probablemente te ganes un poco de lástima que nunca viene mal.
6- Escribir wassaps a contactos con los que haces siglos que no hablas y en grupos que tenías olvidados. Sabes
que aún los conservas para que te salven en caso de una concreta emergencia: el
aburrimiento.
7- Increpar a los conocidos con los que
te encuentres y fingir un interés repentino por todo lo concerniente a su vida personal y laboral.
Puedes entablar con ellos un animado diálogo en voz alta, para oíros bien, y
echarte unas risas como si estuvieras en la barra de un bar. El zumbido de tu
escandalosa plática le hará mucho bien al resto de enfermos, sobre todo a los
que han acudido a Urgencias muy fastidiados.
8- Hacer un estudio de mercado entre el
personal sanitario según tus preferencias en cuanto a sexo y edad. Un dato
importante a tener en cuenta es la buena percha para llevar la indumentaria
propia de la profesión, especialmente las batas. Habrás de escoger a la persona
que más te llame la atención para pasarte el resto del tiempo deseando que tu
elegido o elegida sea quien te atienda, se enamore locamente de ti al verte, os
caséis a los pocos días y, gracias a eso, tengas un médico en casa que te
diagnostique y te evite el tener que ir a Urgencias en el futuro. Te advierto
que este punto no lo puedes hacer si acudes a Urgencias con un ataque de
migrañas. No se puede soñar despierto cuando te duele la cabeza.
9- Estudiar el comportamiento de los
otros pacientes en la sala de espera y escribir una lista con las
diez cosas que puedes hacer para matar el tiempo mientras esperas en Urgencias.
10- Lo último y lo más importante que
puedes hacer: empapar una gasa con toda tu frustración y mal humor y tirarla en
la primera papelera que encuentres antes de entrar en consulta. El médico que
te atenderá no tiene la culpa ni del colapso en las Urgencias ni de los problemas
en la Sanidad Pública Española. Como mucho, lo único que tiene son un buen
puñado de horas de guardia a sus espaldas. Hazte cargo.
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