«Léete Dios vuelve en una Harley, de Joan
Brady, te va a venir bien». Me lo dijo
así, sin más, como si acabara de recomendarme tomar una tisana de pasiflora
para los nervios o una de tomillo para mejorar la circulación.
A mí el título del libro, de entrada, no me convencía nada. Cierto
es que confiaba en el criterio literario
y los conocimientos sobre psicología de quien provenía la recomendación, pero
Dios y yo hace mucho que no estamos a partir un piñón, precisamente.