sábado, 19 de marzo de 2016

CONTRA EL VIENTO DEL NORTE.

 “Me fascina que pueda interesarse tanto por una persona que no conoce de nada, que no ha visto nunca y probablemente no vea jamás”. Contra el viento del norte.





Cuidado con el viento del norte porque te puede hacer enfermar.
Hace un par de semanas tuve que anclarme unos días en cama por una gripe de esas que entran casi sin avisar y las que luego se achacan a un mal aire. Como soy un culo de mal asiento y me aburro soberanamente si no hago nada, decidí hacerme con un libro para esos breves intervalos en los que la fiebre da una tregua, tu cuerpo deja de temblar como un flan y no sientes que te están rebanando la sesera.
Entre varias opciones que tenía, terminé eligiendo Contra el viento del norte de Daniel Glattauer porque me atrajo de la sinopsis del libro:

"En la vida diaria ¿hay lugar más seguro para los deseos secretos que el mundo virtual? Leo Leike recibe mensajes por error de una desconocida llamada Emmi. Como es educado, le contesta y como él la atrae, ella escribe de nuevo. Así, poco a poco, se entabla un diálogo en el que no hay marcha atrás. Parece solo una cuestión de tiempo que se conozcan en persona, pero la idea los altera tan profundamente que prefieren posponer el encuentro. Además, Emmi está felizmente casada y Leo aún está saliendo de una relación fallida. Y, en cualquier caso ¿sobrevivirían las emociones enviadas, recibidas y guardadas un encuentro «real»? Y en ese caso, ¿qué hacer?"

La sinopsis es de esas que te destripan mucho más de lo que necesitas saber para comenzar la historia. Pero la idea de que dos desconocidos se enamoraran solo por un intercambio casual de emails, sin si quiera haberse visto, me resultaba muy interesante. Es verdad que lo de enamorarse por Internet no tiene nada de original hoy día. No obstante, ahora que vivimos en la época del folla-Tinder, me gusta creer que aún puede existir la magia de conocer a alguien solo por lo que escribe.

Hacía mucho que un libro no me enganchaba de la forma en la que lo hizo Contra el viento del norte. Me lo bebí en menos de un día acompañado de sorbos de paracetamol efervescente y caldo de puchero.

Los personajes son creíbles y están muy bien dibujados. A mí, personalmente, Emmi me terminó resultando insufrible. Por momentos era vanidosa, egoísta y, a veces, tenía rabietas propias de una quinceañera. Leo, sin embargo, se me antojaba mucho más realista. Él intuía que si se hubieran conocido en otro contexto, en una cafetería o los hubieran presentado un grupo de amigos, muy probablemente no hubieran sentido interés el uno por el otro. Lo que los unía era el morbo de lo desconocido, de tener a alguien al otro lado de la pantalla que no sabes realmente cómo es, intentando descubrirlo entre líneas y, a la par, alimentando tu imaginación. Porque no hay nada más seductor que lo que tu imaginación es capaz de crear.

Contra el viento del norte es un juego de intercambio de emails que uno no puede parar de leer. El lector se convierte en una ventana indiscreta que cotillea el ritual que mantienen dos extraños, como si se hubiera encontrado con un ordenador abierto y no hubiera podido resistir la curiosidad de leer todos los correos que hay en la bandeja de entrada.

Y luego está la duda, la gran duda: ¿se atreverán a conocerse?

Lo que más atrapa en este libro es ver cómo la incertidumbre va generando un delirio enfermizo hacia la otra persona. Viven en el mundo de la imaginación del otro y no son más que letras en una pantalla, pero sus reacciones son tan terrenales, tan viscerales…

Hilando fino, la novela es mucho más que una historia amena para pasar el rato, es un simulacro de experimento sociológico en el que podemos ver cómo podemos llegar a crear personajes virtuales y aferrarnos a ellos.

El final es el que tiene que ser. No me ha defraudado en lo absoluto. Quizá por eso no me atrevo a leer la continuación, Cada siete olas, porque temo destrozar una historia que, para mí, se cerró como tenía que cerrarse.


Tampoco he leído ninguna otra novela de Daniel Glattauer pese a que me muero de la curiosidad. Me siento como Leo, con quien empaticé mucho; me ha generado tantas expectativas lo que he leído del autor de Contra el viento del norte, que temo conocer otra faceta suya —otro libro— y que no resulte tan bueno como yo lo he imaginado.

2 comentarios:

  1. :) hace unos años cuando salió la novela leí sobre ella en internet y me entusiasmó. Aun no he podido leerla pero después de leerte me has dejado con las mismas ganas de poder descurbir la historia.��me encanta

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  2. Gracias por pasarte por aquí, Laura. Seguro que te va a enganchar muchísimo si finalmente la lees ;)

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